Edurne Uriarte
El auto de Pedraz sobre los promotores de la ocupación
del Congreso es fascinante. De imprescindible lectura. Primero, para comprobar
cómo algo puede ser blanco, en botella, de vaca y de habitual consumo humano,
con azúcar o sin azúcar, y, sin embargo, no ser leche.
En otras palabras, que, según Pedraz, los promotores sí
llamaron a ocupar el Congreso, pero eso no prueba que de verdad quisieran
hacerlo, que sí llevaban "instrumentos peligrosos", pero no se puede
probar que fueran para ocupar el Congreso, que sí se saltaron las vallas de
contención, pero, dado que no consiguieron entrar, no hubo alteración de la
sesión del Congreso y, por lo tanto, no hubo, no hay delito. En fin, que
si a usted lo detiene la Policía antes de perpetrar un delito que ha anunciado
previamente que va a cometer, y aunque haya herido a 28 policías en el intento,
como ocurrió el 25-S, quedará libre de cargos, si tiene la suerte de toparse
con el juez Pedraz.
Pero si lo anterior es extraordinario, aún lo es más el
guiño de Pedraz a los manifestantes. Pues acaba el juez afirmando que no se
puede prohibir la defensa de ideas, "máxime ante la convenida
decadencia de la denominada clase política". O que, según este juez,
los promotores del 25-S se dedican a defender ideas, aunque sea promoviendo
altercados y 28 policías heridos, y que eso es comprensible dada la
"decadencia" de la clase política.
Sabíamos de la filiación izquierdista de Pedraz, pero no
que llegara también a la extrema izquierda. Y menos que la vertiera en un auto
como argumento jurídico para exonerar a los promotores de un asalto al
Congreso.
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