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Nuevos detalles aparecen en una nueva biografía que se publica en junio, que profundiza, entre otros episodios de su vida menos conocidos, en su estapa como estudiante de secundaria en Hawai y Los Angeles. «Barack Obama: The Story», del periodista David Maraniss, rastrea las peripecias del grupo de amigos de Obama, que se hacían llamar a sí mismos como la «Choom Gang» («choom» es una manera de referirse a fumar marihuana”.
No es que Barry, como se le conocía familiarmente a Obama, se dejara llevar por los otros, sino que lideraba los experimentos con marihuana, según el libro. Así, puso de moda lo que él llamaba la «TA» (Total Absorption). Se trataba de fumar dentro de un coche con las ventanas bajadas, para poder seguir luego aspirando el humo una vez terminados los porros y aprovechar así doblemente la sustancia. Además, Obama fumaba caladas de porros de los demás al grito de «interceptado».
Las novias de Obama. «Cuando estabas con Barry y sus colegas, si exhalabas un preciado pakalolo (jerga de Hawai para referirse a la marihuana) en lugar de absorverlo complemente en tus pulmones, se te imponía un castigo y tu turno era saltado hasta que el porro daba la vuelta», escribe Maraniss, Premio Pulitzer en 1993. El libro, cuyos estractos sobre las novias que tuvo Obama ya fueron difundidos hace unos días, reporta también un suceso trágico. Ray, el traficante que les suministraba la droga, acabaría asesinado con un martillo a manos de un “amante gay despechado”.
En su autobiografía «Sueños de mi padre», que Obama publicó antes de saber que acabaría presentándose a unas elecciones presidenciales, mencionó de manera muy sucinta haber fumado marihuana, poniendo el acento en la suerte que tuvo de no seguir en ese camino. «Drogata. Porreta. Eso es hacia lo que me encaminaba: el papel final, fatal del joven negro apunto de ser hombre».
Cuando pasó a la Universidad, Obama dejó atrás la droga, según ha asegurado, y empezó a vivir «como un monje».
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