SALVADOR SOSTRES
Arde con facilidad
La última encuesta sobre la intención de
voto de los catalanes publicada ayer por El Periódico reflejaba la caída libre
en que se encuentra CiU, que perdería hasta 10 diputados, quedándose con sólo
40. De ello se aprovecha ERC, que llegaría a los 27 o 28 diputados, su mejor
registro desde la recuperación de la democracia.
El independentismo retrocede levemente,
herido por la incompetencia de sus líderes. Artur Mas está haciendo el peor
ridículo de la política catalana, y ahora ya propone que la consulta
secesionista no tenga vinculación jurídica, lo que, además de ser un insulto a
la inteligencia, es el paso previo a reconocer en público lo que ya ha
reconocido en privado: y es que el referéndum no va a celebrarse porque no
existe ningún modo serio de poderlo convocar.
ERC recoge parte del descontento que CiU
genera, pero la suma de los dos partidos (40+28) da tres escaños menos que en
las pasadas elecciones (50+21), que, a su vez, ya había menguado un diputado
respecto de los comicios de 2010 (62+10). Los partidos marginales, como los
comunistas y las CUP, no pueden meterse en la misma suma porque ni son lo mismo
ni es predecible cómo se comportarían en el improbable caso de que llegara la
hora de la verdad.
Esta vez no se puede acusar a España de
haber dinamitado ningún proceso. Mariano Rajoy se ha limitado a fumarse un puro
mientras contemplaba el espectáculo. Es cierto que los sobres de Bárcenas le
han dejado en la posición más débil y que, si Mas fuera inteligente, podría
aprovecharlo. Pero ni Mas es inteligente ni está rodeado de personas que lo
sean. De un tiempo a esta parte, puede decirse de los catalanes lo que Bill
Clinton dijo de los palestinos, que no perdían ninguna oportunidad de perder
una oportunidad. Cuando no hay calidad, esto es lo que sucede.
Mas empezó a perder el día que confundió
una manifestación con un país, el día que quiso sacar ventaja de las sinceras y
legítimas ansias independentistas de una parte de los catalanes para remontar
unas encuestas internas que le eran desfavorables (54-57 diputados, a finales
de julio), aunque no tanto como el resultado que finalmente obtuvo (50), porque
muchos le vieron el plumero, y el oportunismo y la mentira que su campaña
representaba y contenía, y prefirieron votar a ERC, que hizo un planteamiento
mucho más honesto intelectual y políticamente.
Esquerra siempre funciona bien en la
oposición. Mucho mejor, de hecho, y éste es su drama, que cuando está en el
poder. Si la historia se repite, y es probable que se repita, la creciente
confianza que los votantes independentistas van depositando en ERC se volverá
contra ellos cuando su partido llegue al poder y destroce la economía con
impuestos imposibles y eternice el victimismo autonomista en lugar de dar forma
y camino a la independencia que tanto reclama, y con tanta prisa, cuando no
tiene ninguna responsabilidad de gobierno.
Convergència ha jugado a un juego
demasiado grande y con hombres demasiado pequeños. Con estos ingredientes, y
estos patanes, el desastre era de esperar. Es lo que Nacho Vegas dijo en un
concierto que ofreció en el Liceo junto a Bunbury, cuando el público hizo
aquello de prender sus mecheros para acompañar una canción emblemática: «Tened
cuidado, que esto arde con facilidad».
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