¿Qué solución?
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
Los críticos al gobierno Rajoy nos deben
una fórmula mejor que la suya para salir de la crisis
NO voy a decir que me hacen gracia las
críticas al gobierno Rajoy porque la cosa no tiene ninguna gracia.
Lo que sí me producen es estupefacción.
Es verdad que tener 6 millones de
parados es dramático y 1,9 millones de familias con todos sus miembros
desempleados, estremecedor.
Pero ¿qué proponen esos críticos?
Pues que el gobierno sustituya su
programa de recortes por otro de «relanzamiento de la economía». O sea, más
obra pública, más subvenciones, más salario mínimo interprofesional y cosas por
estilo.
Sin duda aumentarían la actividad
económica. El único problema es cómo se financiaría. Porque Europa no va a
financiárnoslo.
Europa está dispuesta a darnos más
tiempo para arreglar nuestra economía, pero no más dinero.
Y si acudimos a los mercados, puede que
nos lo prestasen, pero a un interés mucho mayor, pues la posibilidad de que se
lo devolviéramos sería inversamente proporcional al aumento de nuestra deuda.
Sin que podamos recurrir al viejo truco de acuñar más moneda, porque los euros
los acuña el Banco Central Europeo.
¿Quieren decirme entonces esos críticos
cómo se financia la revitalización de nuestra economía? ¿Saliendo del euro?
Ni siquiera se lo he oído a Cayo Lara,
que por comunista tendría una ligera excusa. De Rubalcaba, mejor no hablar ¿O
es que están haciendo política y no economía?
No crean que son mucho más razonables
las críticas de la acera opuesta, donde se supone que comulgan con las ideas
liberales del gobierno Rajoy. Proponen allí «adelgazar la administración»,
«eliminar la grasa que le sobra». Coincido con la idea, pues nuestra
administración está sobredimensionada en todos sus niveles. Pero advierto que
el primer efecto práctico de esa cura de adelgazamiento sería disparar el
número de parados, que es precisamente la hemorragia que trata de pararse. O
sea, cuidado con vestir un santo desnudando otro.
Para resumir: es muy fácil criticar
desde una mesa de redacción, un micrófono de radio, un plató de televisión o
una tribuna parlamentaria. Pero es muy difícil presentar soluciones realistas a
una economía que viene degradándose desde hace más de diez años, con el boom
inmobiliario.
Y más difícil todavía es hacer una cosa
y la contraria al mismo tiempo, como se pide al gobierno: crear empleo y
destruirlo, gastar más y gastar menos, hacer reformas y no hacerlas, algo que
va contra la lógica y la realidad. La realidad es que cada español, de los
bebés a los ancianos, debemos el triple de nuestro PIB, o sea, nuestros
ingresos en tres años.
La única solución es recortar gastos y
hacer nuestra economía más productiva. Ya he dicho en ocasión anterior que
Rajoy ha cometido errores. Hasta ahora, sin embargo, nadie me ha ofrecido una
fórmula mejor que la suya para salir del pozo. Si alguien me la ofrece, tiene
mi voto. Pero lo único que oigo son esas quejas que tanto nos gustan y no
arreglan nada.
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