La viñeta es ajena al texto de Luis María ANSON |
Según la contabilidad oficial, al margen
de que existiera o no caja B, el Partido Popular derrochó en el año 2011 la
cantidad de 133.398.210 euros.
Por las cuotas de los afiliados ingresó
12.303.879 euros y otros 2 millones por donaciones.
Queda claro que el 90% de
lo que gasta el Partido Popular, y lo mismo puede decirse del PSOE y de las
centrales sindicales CCOO y UGT, proviene de subvenciones directas o indirectas
del Estado, es decir, dinero público puro y duro.
Que un partido beneficie a algunos de
sus dirigentes con cantidades periódicas para gastos de representación entra
dentro de la lógica.
Si los interesados no han declarado ese dinero a Hacienda
será su problema, no el del partido.
Otra cosa es la financiación ilegal con
mordidas a las empresas a las que se beneficia a través de favores políticos en
la concesión de licencias, contratos u otras prebendas.
El PSOE fue condenado
judicialmente por esta práctica abominable.
Nada habría que objetar, por consiguiente,
a las cantidades entregadas por el Partido Popular a algunos de sus dirigentes
si ese dinero procediera de las cuotas de los afiliados.
Pero como los
sobresueldos se pagan al 90% con dinero público, parece lógico que se exija el
obligado control democrático.
Pocos ciudadanos estarán de acuerdo en que se
paguen con sus impuestos los gastos de representación o los sobresueldos de los
dirigentes de un partido político.
Luz y taquígrafos, por tanto.
Los partidos
políticos se han convertido en un gran negocio con el dinero de todos. Y habrá
que hacerlos transparentes para vergüenza de muchos. La ciudadanía no se chupa
el dedo. Intuye lo que ha pasado, lo que está pasando. Por eso sitúa a los
partidos políticos en el tercero de los diez grandes problemas que atosigan a
los españoles.
Luis María ANSON de la Real Academia Española
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