Saldremos de esta. No por lo que hagas sino por Europa y por la corriente de los ciclos económicos
A: Presidente electo.
Asunto: ¿Y ahora qué?.
Qué gozosa esta sensación de haber arrasado cuando solo tenemos medio millón largo más de votos que en 2008. Qué curioso que hace cuatro años te diéramos incluso nosotros por amortizado y hoy veamos en ti al hombre de Estado que salvará a España de la crisis. Caprichos y espejismos implacables de la opinión pública. No hay líderes buenos o malos per se. El liderazgo es contextual: depende del momento y de la competencia. Que se lo pregunten a Obama, el líder perfecto hoy denostado; a Lula, el persistente perdedor que luego pasó a la historia dorada de Brasil; o más cerca, a Artur Mas... o a ti mismo.
Qué gozosa esta sensación de haber arrasado cuando solo tenemos medio millón largo más de votos que en 2008. Qué curioso que hace cuatro años te diéramos incluso nosotros por amortizado y hoy veamos en ti al hombre de Estado que salvará a España de la crisis. Caprichos y espejismos implacables de la opinión pública. No hay líderes buenos o malos per se. El liderazgo es contextual: depende del momento y de la competencia. Que se lo pregunten a Obama, el líder perfecto hoy denostado; a Lula, el persistente perdedor que luego pasó a la historia dorada de Brasil; o más cerca, a Artur Mas... o a ti mismo.
Qué bien, presidente, que aunque el crecimiento empezara en 1994 con Felipe González y Pedro Solbes, quedara fijado en la gente que fuimos nosotros los gestores del milagro económico. Esa idea va a quedar ahora fuertemente asentada. Los socialistas destrozan la economía y los conservadores la salvamos. Es falso, pero verosímil. La gente tiende a atribuir a los líderes poderes taumatúrgicos que no tienen, y culpas que no les corresponden. Aprovechemos esa simplicidad de las narrativas colectivas.
Primero, en dos palabras: herencia recibida. Durante un par de años ese puede ser el mantra cuando haya problemas: que te has encontrado con tal desastre que tienes que tomar decisiones duras o difíciles de comprender. El país está tan cansando y angustiado que aguantará lo que sea. Hasta que se subasten coches oficiales por unos cuantos euros (sin que nadie se pregunte qué pasará con sus conductores).
Segundo, sin líos: la tentación de utilizar la mayoría absoluta para ceder a las presiones de los más conservadores puede ser muy fuerte. Ahuyéntala. Toca dureza en lo económico, que para los nuestros es lo importante, pero centrismo en lo social.
Ya sabes: mejor que no haya follón en los asuntos que mueven a la izquierda. Pon de vice a alguien moderado, de entre los gallardones y similares.
Tercero, olvídate de la prima de riesgo y de otros indicadores ingobernables. Aunque queramos justificar su evolución por decisiones racionales, como sucede con la Bolsa, todo el mundo sabe que son caóticos e incontrolables. Tú, sin embargo, escenifica el esfuerzo: con Merkel, con Sarkozy, con los sindicatos -antes que con el Ibex 35, que ya lo tenemos de nuestro lado-.
Tendrás que tomar medidas duras, pero eso ya se da por descontado. Zapatero tuvo que hacerlo sin que nadie se lo agradeciera y ya nos ha dejado el país preparado para la medicina dura. Aprovecha las consecuencias de esas decisiones sombrías, que nadie entendió pero que se verán en el balance del país y tú capitalizarás.
Y cuarto, presidente, sigue bajando las expectativas, el gran problema de Zapatero. Que te pasen la primera charla junto a la hoguera de Roosevelt tras la Gran Depresión: situación dura, medidas necesarias, patriotismo, unidad, optimismo realista. Y no te preocupes, que, por supuesto, "saldremos de esta", como dijiste. No tanto por lo que hagas como por lo que haga Europa y por la corriente inexorable de los ciclos económicos. A ti te tocará -paciencia- uno mejor que el actual.
El problema lo tienen ellos, presidente, los socialistas. Durante tres años han sumido a los suyos, una amplia mayoría progresista, en el desencanto y la resignación. Se han ido en masa a IU, a UPyD, a la abstención, y te han dado así la victoria.
Tienen dos caminos. El primero posible, un repliegue conservador, la continuidad y la pelea por las migajas -sabes bien que cuando hay pastel que repartir y se tiene el poder nadie pelea.
O un segundo camino: el reinicio. Una verdadera renovación del discurso progresista, el único posible a medio y largo plazo: la defensa de los débiles frente a los poderosos, la confianza en la intervención y la eficacia de lo público, la regulación democrática en defensa de los intereses de la mayoría.
En Estados Unidos los grupos de izquierda (Occupy Wall Street, el 99%, etcétera) están contando con la complicidad de los demócratas y plantando cara a los republicanos. Han promovido incluso un boicot a los bancos que no se portan bien, pidiendo a la gente que traslade su dinero a bancos más sociales. Y empiezan a tener éxito.
Reza porque eso no ocurra en España y los indignados sigan diluyéndose sin fijar objetivos ni enemigos concretos. Si el PSOE opta por una renovación de su discurso y su liderazgo que resulte pacífica, optimista, democrática, unificadora, claramente progresista, joven pero no ingenua, abierta a toda esa gente deprimida y desesperanzada... si optan por ese segundo camino, entonces pueden ponernos en dificultades y recuperar, poco a poco, a lo largo de los próximos cuatro años, la mayoría que ahora, sin querer, te ha dado a ti el Gobierno. Felicidades, presidente.
Luis Arroyo es presidente de Asesores de Comunicación Pública (www.luisarroyo.com).
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