jueves, 29 de diciembre de 2011
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Blanco olvidó aplicarse todo lo que exigió y prometió por cuenta de Gürtel.
Ahora, con Campeón, la amnesia se ha apoderado de él.
El Supremo abre un proceso penal contra Blanco por su papel en "Campeón".
"Porque la sociedad se lo reclama. No puede pasar ni un minuto más, cada minuto que tarda -en dar explicaciones- es tarde". Esta frase, pronunciada en octubre de 2009 por el entonces ex ministro de Fomento, José Blanco, y dirigida a Mariano Rajoy en referencia al caso Gürtel, bien podría haber sido lanzada en los últimos tiempos al ahora diputado de PSOE por Lugo. Desde que saliese a la luz pública el escándalo de su presunta implicación en la Operación Campeón, por el que ni dimitió, ni dio explicaciones y con el que concurrió en las listas socialistas a las pasadas elecciones del 20N, si por algo ha sido sentenciado, hasta el momento, es por el lastre de sus palabras.
Y es que Blanco, que en primera persona y a través de sus compañeros de partido se ha quejado en varias ocasiones de no respetarse la presunción de inocencia con él, parece haber olvidado que fue el primero en saltarse esta premisa con el PP, concretamente con el ex presidente de le Generalidad Valenciana Francisco Camps, a propósito de la trama Gürtel. A Camps, precisamente, le desacreditaba cada vez que hablaba porque -irónicamente- "lo dice él, que es un ejemplo de honradez, de buena persona y de buena gestión".
Desde 2006, además, se erigió en defensor de la transparencia socialista anunciando a bombo y platillo que el PSOE excluiría de sus candidaturas a cualquier persona "cuya conducta pública plantee alguna duda". Ese mismo año, había pedido a Rajoy que "empezase a actuar contra los miembros del PP sospechosos de estar relacionados con casos de corrupción".
Este anuncio se repetiría a principios de 2011, concretamente en febrero, cuando aseguró que "todos aquellos que estén imputados por corrupción y enriquecimiento no entrarán en la lista".
Si bien no está aún imputado, algo que sólo podía hacer como aforado que es el Tribunal Supremo que este miércoles ha anunciado que iniciaba la investigación por un presunto delito de tráfico de influencias, no eran pocas las dudas que planeaban sobre él en las semanas previas a las elecciones generales. Aún así, no sólo el PSOE lo mantuvo en las listas -con el único paso atrás por parte de Blanco de abandonar la primera línea política-, sino que defendió como un "caso electoral" las filtraciones sobre las sospechosas gestiones del ministro.
Más recientes fueron otras palabras que le dejarían en evidencia tan sólo tres meses después de pronunciarlas. El pasado mes de julio, a raíz de la dimisión -y comparecencia para anunciarla- de Camps como presidente de la Generalidad valenciana, Blanco tildó de "insólito" que Rajoy, "ante un asunto grave" emitiese sólo "un comunicado". "No quiero pensar que pueda ser presidente del Gobierno y, ante una situación difícil de España, se limite a emitir un comunicado" añadió entonces.
El 4 de octubre de 2011, se conocía la declaración filtrada del empresario gallego Jorge Dorribo, principal imputado en la Operación Campeón sobre una trama corrupta de ayudas, ante la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Lugo, Estela San José. En ella señalaba a Blanco como el receptor de una jugosa cantidad de dinero a cambio de, entre otras cosas, gestionar para una de sus empresas unas subvenciones.
Blanco, avisado de antemano de la información comprometida que se publicaría ese día, envió un comunicado para desmentir "las acusaciones de las que se hace eco el diario El Mundo en su edición de hoy" son "total y absolutamente falsas". Mismo medio utilizaría 24 horas después para anunciar medidas legales -que nunca llegaron- contra Dorribo tras destaparse la famosa reunión en una gasolinera. Tuvieron que transcurrir dos días y dos comunicados para que, sus obligaciones ministeriales, le empujasen a comparecer ante los micrófonos.
Como acuñaría Soraya Sáenz de Santamaría, Blanco se ha convertido en víctima de la "pena del telediario".
La primera reacción de los socialistas este miércoles tras conocerse la decisión del Supremo continuó en la línea adoptada por el partido desde que saltase el escándalo. Para el PSOE, la investigación abierta daba la oportunidad a Blanco de defenderse.
En el mismo sentido, el propio Blanco se manifestaba horas más tarde. El ex ministro de Zapatero mostró su "respeto" al trabajo de la Justicia y señaló que tiene la seguridad de que la investigación judicial va a clarificar "las falsas acusaciones" contra él y se va a esclarecer la verdad.
El Semanal Digital.
Pensando en voz alta
*.- Prometer sin límites solo puede hacerlo quien no piensa cumplir sus promesas.
*.- Creerse las propias mentiras y hacerse trampas en el solitario.
*.- No me digas lo que eres, déjame ver lo que haces.
*.- Es mas difícil defenderse de un tonto que de un listo.
*.- Para advertir que va a salir el sol mañana no hacen falta profetas.
*.- ¿Complejo de inferioridad o inferioridad sin complejos?
*.- Si el pensamiento corrompe el lenguaje, también el lenguaje puede corromper el pensamiento.
*.- Donde no hay normas ni autoridad manda la banda y en la banda suelen mandar los más brutos o los que más gritan.
lunes, 26 de diciembre de 2011
Zapatero: "En ocho años he aprendido a querer profundamente a España"
Dice que siempre "la defenderá".
El expresidente del Gobierno hace balance de lo aprendido tras "estar ocho años al frente de los destinos de la nación".El expresidente del Gobierno ha concedido su primera entrevista tras dejar el cargo, y ha sido al Diario de León.
En ella, hace gala de un buenismo muy reseñable, y evita entrar en la guerra abierta en el PSOE con la publicación de manifiestos contrarios.
Zapatero trata de zafarse de la polémica echando mano del ‘talante’ y presenta la situación de su partido de una forma tan idílica como irreal, diciendo que no detecta "deslealtad" en el manifiesto "chaconista", que firmaron quienes habían integrado también el gobierno. "Si hay algo que he tenido como presidente del Gobierno es un apoyo incondicional de mi partido y una lealtad ejemplar de mis compañeros. Y las he tenido en decisiones muy difíciles", asegura.
Por lo tanto, la guerra de manifiestos le parece un paso lógico en las actuales circunstancias: "Ahora tenemos un congreso y es normal que antes haya un debate y lo va a haber durante este mes. Pero siempre los congresos le salen bien al PSOE". El expresidente niega que haya impulsado el ‘Yo estuve allí’ e insiste en que "si tengo algo es un enorme agradecimiento a los compañeros de mi partido".
Además, anticipa que permanecerá "neutral" en el proceso de elección de nuevo líder: "Ni siquiera voy a apuntar lo que pudiera pensar que sería más conveniente. Quiero ser extraordinariamente escrupuloso con el debate de los compañeros y, por supuesto, con lo que vayan a elegir".
Auque el entrevistador le hace notar que antiguos socialistas como Felipe González y Alfonso Guerra sí que se involucraron en anteriores dinámicas congresuales, Zapatero sigue en sus trece. "Mi convicción es que como secretario general y ex presidente del Gobierno debo mantener el máximo respeto, porque del futuro tiene que hablar quien va a escribir el futuro", insiste.
Zapatero utiliza la guerra socialista para marcarse objetivos como expresidente, y dice que su "primera responsabilidad será siempre defender a España, hablar bien de España". Además, hace balance y asegura que "Eso es lo que uno aprende ocho años después de estar al frente de los destinos de la nación, a querer más a tu país, a querer profundamente a España y, por tanto, ayudar humildemente en todo lo que se pueda a este país, gobierne quien gobierne".
ZAPATERO CONCEDE A DIARIO DE LEÓN LA PRIMERA ENTREVISTA TRAS DEJAR EL GOBIERNO
«Voy a ser neutral en el congreso de mi partido»
Llegó a León a pasar la Nochebuena y la Navidad con su familia y lo ha hecho con «normalidad». La misma normalidad con la que el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, vivió su último día en el Congreso de los Diputados y su salida de La Moncloa el pasado martes. En la primera entrevista que concede a un medio de comunicación tras abandonar el Gobierno, Zapatero deja claro que no ha cambiado y asegura que no es él quien debe valorar cuál ha sido su gestión en estos años. Eso sí, insiste en que es necesario dejar que «el paso del tiempo lo evalúe» porque se necesita «perspectiva» para ver lo que se ha hecho.
* «A Rajoy le deseo lo mejor»
p. lago/r. blanco/l. urdiales/ f. ramos | león 26/12/2011
—¿Cómo se vive el tiempo el día después de salir de La Moncloa?
—Lo más notable es la tranquilidad que uno recupera después de una situación en la que te acostumbras a estar siempre alerta. Esa es la primera toma de contacto que he tenido con mi condición de ex presidente desde el martes pasado.
—¿Qué le pasó por la cabeza al abandonar el martes el Congreso de los Diputados después de veinte años?.
—Me lo preguntaron. Normalidad. Lo tenía muy asumido y la democracia es eso. He cumplido una etapa y ahora empezará otra etapa para otras personas, para otros dirigentes del partido, para en este caso un gobierno distinto. Normalidad. Para mí el Congreso está lleno de buenos recuerdos, pero no tuve una sensación de nostalgia especial.
—¿Hay alguna decisión de la que se sienta especialmente orgulloso en estos casi ocho años de gobierno. Aquella que dice la hice y volvería a repetirla?.
—He dicho en estos últimos días que el balance y el análisis de lo que han sido estos siete años y medio necesita perspectiva. Y perspectiva en un doble sentido. Una, en un poco de tiempo y dos, que sean los demás los que evalúen mi etapa de gobierno. Uno mismo siempre es subjetivo al evaluar su acción. Me pide que identifique una decisión. Si tengo en cuenta el grado de reconocimiento y de agradecimiento recibidos, pienso en la Ley de Matrimonio Homosexual. Es difícil que no pase una semana sin que alguien me lo recuerde, me lo agradezca... Sí, es una de las decisiones que parece haber dejado huella. Tambien he recibido muestras de reconocimiento de los ciudadanos por la Ley de Dependencia. Aunque yo ahora tengo muy presente todo lo que hemos hecho en los últimos tiempos para preservar la autonomia y la solvencia de nuestro país.
—¿Y al lado contrario. De las que ahora mismo señalaría, así a bote pronto, sin reflexión y sin nada, como la peor?.
—Es evidente. Las decisiones de ajuste que tuve que tomar en mayo del 2010 han sido las más difíciles para mí y para que fueran entendidas.
—¿Es cierto que sintió usted la crítica de aquellos que decían que con estas decisiones de recorte renunciaba a los principios que le llevaron a ganar en las urnas?.
—Por supuesto que las escuché y las evaluaba. Pero desde la experiencia de Gobierno uno sabe que afronta situaciones difíciles y tiene que decidir. Y si eres un gobernante responsable decides lo que piensas que es el interés general para tu país.
—La crisis económica mundial y, por tanto, también en España ha sido su etapa más dura. Al hilo de la controversia que se ha montado en su partido, ¿las decisiones se tomaron tarde, no se quiso reconocer? ¿Qué fue lo que ocurrió?.
—No. Dejemos tiempo para que eso se evalúe. Insisto, en una tarea de gobierno que tiene una enorme densidad y en una etapa tan intensa, no sólo difícil, sino tan intensa como la que hemos vivido, la evaluación necesita perspectiva. Por supuesto, en mi partido y ante la sociedad española.
—Pero convendrá que los mensajes del primer momento y el resultado final han sido un tanto contradictorios. Se pasó, por ejemplo, de decir que nuestro sistema financiero era el mejor del mundo a estar inmersos en una reestructuración de toda la banca para que pueda ser solvente. ¿Qué ha cambiado de ese mensaje inicial de somos los mejores al escenario actual?.
—Hay escenarios que a veces cuesta explicarlos y reexplicarlos, pero nuestro sistema financiero en comparación con los sistemas financieros que sufrieron el shock del 2008, con la caída de Lehman Brothers, ha necesitado menos ayudas que la inmensa mayoría de los sistemas financieros de los demás países desarrollados. No ha habido ningún banco, ni mediano ni grande, que haya tenido problemas de solvencia; sí los ha habido en la mayoría de los países europeos y sí los ha habido en la principal potencia del mundo, que es Estados Unidos. Y hasta ahora, y confío que así siga en el futuro, toda la reestructuración del sistema financiero no se está haciendo con cargo a los impuestos de los ciudadanos; no ha costado dinero público. Sé que esto, aunque lo digamos una y otra vez, es difícil de reconocerse y de asumirse, pero es así. Por tanto, nuestro sistema financiero, lo que es la parte de banca ha aguantado muy bien y las cajas de ahorro sufren una reestructuración obligada y necesaria, pero que al conjunto del erario público no le va a costar dinero. Esto es muy importante. Por tanto, digamos que en términos comparativos el proceso ha sido razonable.
—Hay quien ha interpretado que tras el mensaje del grupo que apoyó a Chacón, ‘Mucho PSOE por hacer’, hay un exceso verbal y un exceso de deslealtad por parte de quienes han participado con usted en este gobierno y en estas decisiones.
—No. Si hay algo que he tenido como presidente del Gobierno es un apoyo incondicional de mi partido y una lealtad ejemplar de mis compañeros. Y las he tenido en decisiones muy difíciles. Eso para mí marca el carácter de un partido como el PSOE, que es ante todo un partido de gobierno y de responsabilidad. Ahora tenemos un congreso y es normal que antes haya un debate y lo va a haber durante este mes. Pero siempre los congresos le salen bien al PSOE. Dejemos que fluyan las energías, las posiciones y, por supuesto, la autocrítica.
—Es decir, ¿no le ha molestado el ‘Mucho PSOE por hacer’ ni ha impulsado usted el ‘Yo estuve allí’?.
—No, no. Impulsar nada, desde luego. No, entiendo que es el proceso lógico del debate precongresual, donde hay que elegir una nueva dirección y hay que fijar los contenidos básicos de un proyecto. Insisto, si tengo algo es un enorme agradecimiento a los compañeros de mi partido.
—Habla usted de su partido y dice que le salen bien los congresos, pero Rubalcaba, Chacón o otra nueva vía como fue la suya en el 2000, ¿qué necesita su partido ahora para que el congreso le salga bien?.
—No. Ya he explicado que voy a ser absolutamente neutral y ni siquiera voy a apuntar lo que pudiera pensar que sería más conveniente. Quiero ser extraordinariamente escrupuloso con el debate de los compañeros y, por supuesto, con lo que vayan a elegir.
—Hombre, eso contrasta con la postura que mantienen siempre Felipe González y Alfonso Guerra. Ellos sí que se involucran en el proceso congresual de su partido y son más pasado que usted.
—Bueno, se involucran… Yo viví la posición de Felipe González en el 35 congreso, en el que salí elegido secretario general, y fue neutral. Otra cosa es que todo el mundo quiera hablar con él y que sea referente. Bueno, son cosas distintas. Nuestro partido es un partido de militantes conscientes y libres que van a votar lo que piensen que es mejor para este momento y para el futuro del PSOE. Mi convicción es que como secretario general y ex presidente del Gobierno debo mantener el máximo respeto, porque del futuro tiene que hablar quien va a escribir el futuro. Así es como yo concibo la política. Mi tarea es la de apoyar a quien resulte elegido, igual que como ex presidente del Gobierno mi primera responsabilidad será siempre defender a España, hablar bien de España. Eso es lo que uno aprende ocho años después de estar al frente de los destinos de la nación, a querer más a tu país, a querer profundamente a España y, por tanto, ayudar humildemente en todo lo que se pueda a este país, gobierne quien gobierne.
—El traspaso de poderes ha sido ejemplar, como han reconocido tanto usted como Rajoy, que ha dicho incluso que le gustaría contar con usted y pedirle consejo. ¿Qué le parece el Gobierno que ha formado Rajoy?.
—Le deseo suerte, de verdad. Deseo que todas las cosas salgan bien y no voy a juzgar al Gobierno. Creo que no es tarea del ex presidente del Gobierno, simplemente será la tarea de quien tenga que liderar la oposición. Y voy a ser disciplinadísimo en esta posición. Me parece que eso es bueno para la democracia, bueno para quien le toque la tarea de ser líder de la oposición, bueno para el Gobierno, para las instituciones y, también, porque es lo que me sale de dentro. Después de haber sido ocho años presidente del Gobierno y saber las dificultades que enfrenta esa tarea, lo último que haría es dar publicamente consejos o críticar a quien ahora le toca asumir esa función. Lo único que le deseo es mucha suerte.
—¿Y usted que lo ha entendido tan bien, por qué cree que sus predecesores no lo han entendido así de bien?.
—Yo no evalúo a los demás ex presidentes. Les tengo respeto, porque han sido votados por los ciudadanos y es un grandísimo honor. Yo voy a tratar de ser consecuente con mis convicciones, acerca de la función de presidente del Gobierno y de ex presidente del Gobierno que ahora me toca ejercer. Igual que he intentado hacer un traspaso de poderes que pudiera resultar útil para el Gobierno y creo que ha resultado útil. Hemos puesto a disposición del nuevo Gobierno toda la información, hemos contribuido a que tuviera un arranque con las mejores condiciones posibles, porque eso es bueno para España y porque eso es lo que se aprende en Moncloa: que tienes que hacer todo lo posible para que las cosas sean buenas para España.
—¿Cuál debe ser el papel del Consejo de Estado?.
—Está fijado en la Ley. Como miembro del Consejo de Estado participo en la función ordinaria, que es informar sobre los proyectos de Ley del Gobierno y también podré recibir algún encargo individualizado sobre alguna cuestión concreta. Será una tarea que haré con mucha ilusión, porque me parece un sitio en el que se puede ser útil, con toda la información que has acopiado en tu condición de presidente del Gobierno.
—¿Cuándo cree que se va a empezar a salir de la crisis?.
—Bueno, todas las previsiones, que son previsiones y todas hay que ponerlas siempre con un margen de cautela, apuntan a que 2012 será un año con dificultades todavía serias, pero que en 2013 podríamos empezar a tener síntomas de recuperación y, por tanto, de generar más confianza a la ciudadanía que es un factor fundamental para superar esta durísima crisis.
—¿Centrar toda la política económica en reducir el déficit no está haciendo olvidar las decisiones del día a día, aquellas que afectan más directamente al ciudadano? ¿No se está centrando todo en el déficit público y olvidándose de aquellos que más sufren la crisis?.
—Sabemos que la reducción del déficit afecta al potencial de crecimiento, porque el consumo público se reduce y eso reduce la demanda interna. Pero la reducción del déficit es una condición indispensable, repito, in-dis-pen-sa-ble, porque es el termómetro de nuestra capacidad de financiación y sin ella, sin una mínima confianza de los mercados, no podemos pensar en salir de la crisis. Es verdad que el crecimiento es fundamental y necesita estímulos, que no pueden ser fiscales, que tienen que ser reformas estructurales como las que se han venido haciendo y hay que completar y, sobre todo, un contexto internacional que favorezca el crecimiento. La economía está cada vez más globalizada y estamos viendo que en la medida en que el comercio internacional se frena, se frena el crecimiento de los países desarrollados; en la medida en que las expectativas del comercio mundial se incrementan, se incrementan también las de los países europeos. Hay condicionamientos globales, que tienen mucho que ver con la evolución de los países emergentes y, por supuesto, con cómo vaya la economía estadounidense... pero insisto reducir el déficit es una condición indispensable, necesarísima, aunque no suficiente, porque tiene que haber también un motor para el crecimiento y la confianza en la inversión.
—¿Cree que este mal año que aún queda de crisis va a poner en riesgo las políticas del Estado del Bienestar?.
—Las básicas no. Mi opinión es que las básicas no. Los fundamentos decisivos que tienen que ver con la sanidad universal, la educación pública y gratuita hasta los 16 años, con el sistema de pensiones, ahora con la ley de dependencia, creo que los podremos preservar. Y prueba de ello es que en esta etapa lo hemos preservado y que para el año que viene lo podemos seguir preservando y que toda la reforma que se está haciendo en la economía española en busca de ganar competitividad y restar deuda a la sociedad española, ahora no se aprecia lo suficiente, pero hará que en el horizonte sostengamos los pilares básicos del Estado de Bienestar. Mi opinión es que vamos a tener problemas en el ritmo de crecimiento de inversión en infraestructuras, que ha sido impresionante en los últimos ocho años, el mantenimiento de las infraestructuras, que es un alto coste para las administraciones públicas. Todo el proceso de racionalización de las administraciones públicas planteará debates no fáciles, pero interpreto que es necesario entrar en ese terreno.
—¿Qué le parece la reducción de los ministerios de Rajoy a trece y la separación de Economía y Hacienda?.
—Respeto absoluto. El presidente del Gobierno, que tiene las facultades constitucionales para tomar ese tipo de decisiones, tiene que tener su proyecto y su equipo. Lo mismo que yo conté con los ministerios que entendí convenientes en cada momento. La administración general del Estado, lo que es el Gobierno de la nación, tiene un funcionamiento serio, muy serio, es una administración muy racionalizada, con altos funcionarios de enorme capacidad, como he podido comprobar y quizá no está en la administración general del Estado donde se tengan que producir los cambios más importantes, sino en otras administraciones: comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones.
—¿Le resultó especialmente ingrata la dura derrota de León sobre todo después del esfuerzo inversor de su gobierno y de usted y del empeño especial que puso en el desarrollo de esta ciudad y de esta provincia?.
—No, no. Ya saben que tengo un grandísimo respeto a la voluntad democrática y a la voluntad democrática de los leoneses. Siempre he tenido una sensación muy reconfortante de apoyo de mis paisanos. De hecho, las dos veces que fui candidato ganamos ampliamente las elecciones en León y siempre que me encuentro con alguien de León me traslada una sensación de aprecio. Hoy mismo —por ayer— la gente que me he encontrado por la calle me ha transmitido su cariño y reconocimiento. Unas elecciones son unas elecciones. Pero el esfuerzo que he procurado hacer en León está ahí y cuando tengamos el clima económico más proclive creo que dará todos sus frutos para el despegue y el desarrollo de León. Una provincia que tiene sus dificultades porque los sectores clásicos han ido en declive y no es fácil convertir una tierra como León de la noche a la mañana en una potencia industrial, por los muchos factores geográficos e históricos que lo condicionan, pero tenemos que convertirla en una gran potencia y referencia del turismo cultural y de atracción de congresos científicos y una punta de lanza tambien en energías renovables, todo lo que supone el proyecto de la Ciudad de la Energía en El Bierzo. Esos son los dos grandes polos: el Bierzo, industria moderna y avanzada; y León, una capitalidad natural que aglutine las posibilidades de desarrollo a partir de los activos culturales. El auditorio y el Musac son dos grandes referencias con conocimiento en España y fuera de España. Eso se debe completar con el Palacio de Congresos. Por todo ello, tengo un pensamiento positivo sobre el futuro de León.
—¿También será necesario un poco de perspectiva para que los leoneses sepan la importancia que ha supuesto tener un presidente del Gobierno de León?.
—Yo he hecho lo que he podido. Incluso algunas veces se me ha criticado por traer muchas inversiones para León, como es conocido. Esa es la crítica que mejor llevo. Hoy me decían que bajo nuestro gobierno se han acometido 650 actuaciones en León; mis amigos se han comprometido a regalarme un dossier de las 650 actuaciones. Espero que sea útil. Lo importante es que esté ahí y que coadyuve al desarrollo y al progreso de la provincia de León.
—¿Corre el riesgo León y todas estas inversiones de caer en el olvido?.
—No. Todas las instituciones locales, como la sociedad, como los agentes empresariales... creo que valoran el potencial que ello tiene. El último ejemplo que he estado, digamos apurando al máximo posible, ha sido una inversión en el Palacio de Congresos, que era una reclamación de la ciudad y que me había hecho el alcalde, para que llegara a tiempo antes de que yo saliera de Moncloa.
—¿Ni siquiera correrá riesgo, por ejemplo, la remodelación del Teatro Emperador?.
—No, no creo. No debería.
—Alguna quizás será más lentas.
—Puede que haya alguna ralentización, pero ya he hablado con los diputados del PP estos días, cuando me he despedido de ellos en el Congreso, para que estuvieran atentos a algunas cuestiones que están en marcha, para que no se detuvieran. Y quedaron que sí, que estarían pendientes de ese proceso. Yo desde fuera también estaré pendiente.
—Finalmente se quedará a vivir en Madrid porque sus hijas se lo han pedido...
—Todos los padres entienden lo que me ha pasado; que es que tú propones y tus hijas disponen. Esa es la realidad de la vida y cuando tienen 16 o 18 años mucho más. Su vida está vinculada a Madrid, sus estudios y sus amigos. Trataré de estar aquí y allí, he venido a pesar la Nochebuena y la Navidad con mi familia en León y digo que me he sentido muy a gusto. Me tira mucho esta tierra y trataré de venir lo máximo posible.
—Siempre que le den permiso sus hijas.
—Bueno, cuando pasen algunos años sus vidas no sabemos dónde estarán, pero también quiero fomentarles el amor a León. Es que salieron muy pequeñas de León....
—En lo personal, fundamentalmente, ¿en qué ha cambiado la vida de aquel chico, al que tildaron de bambi, que salió de León para dirigir el PSOE y que acabó siendo, contra todo pronóstico, presidente del Gobierno, más sensatez, desconfianza...?
—He salido sin tener ningún sentimiento negativo hacia nadie ni hacia nada. Si se pregunta a uno, ¿quién piensa que puede haber sido mi mayor adversario político, con el que más he combatido... ? Uno podría pensar que Rajoy, ¿no?. Bueno, pues tengo una buena relación personal con Rajoy. Quien tiene el poder debe de procurar saber encajar las críticas, entender que se disputa lo que tú tienes y hay que entenderlo todo. H
—¿Usted no ha sufrido el síndrome de La Moncloa?.
—Eso también lo deben decir los demás. Pero antes dije, cuando me pregustasteis, la normalidad que sentí cuando ha llegado el momento de dejar el Congreso. Normalidad. El martes, al salir de La Moncloa, interioricé en 24 horas que comenzaba una nueva etapa, en la que tengo puestos también mis mimbres personales y profesionales. La Democracia llama a la normalidad. No he sentido nada cuando voy por la calle sin la seguridad propia del presidente del Gobierno.
—Hubo quien acuñó allá por el 2004, parafraseando a Alfonso Guerra con España, que si Zapatero ganaba las elecciones a León y a los leoneses no los iban a conocer la madre que los parió. ¿Ocho años después, los conocen?.
—No tenga duda de que se ha hablado mucho de León porque yo soy de León. Y yo creo que estamos en mejores condiciones para, insisto, tener una etapa positiva cuando la crisis se recupere. Y, sí, he presumido mucho de León. Quizás sea uno de los leoneses con proyección pública que más haya presumido de León. Y seguiré trabajando por León. Un ex presidente tiene cosas que decir y capacidad para influir. Seguiré apoyando a León. Lo saben bien las instituciones locales, el alcalde o la presidenta de la Diputación; se lo dije, estaría siempre apoyando en todo lo que estuviera en mi mano.
—Usted en su último mitin aquí en León habló de tener la cabeza alta, orgullo en el corazón y humildad en la mirada. ¿A alguno de los cargos de su partido aquí en León le ha faltado cierta humildad en la mirada?.
—¿De León?. No. Son compañeros excelentes. Yo los quiero a todos porque me han dado mucho cariño.
—Y una última reflexión...
—Sí, al hilo de esto y de otras cuestiones de la entrevista. Uno de los esfuerzos que hago es intentar que en la política se hable bien del resto de los políticos. Para refutar esa idea de que entre nosotros todo es imposible. Porque, luego, cuando no hay cámaras ni fotos, la relación entre responsables políticos es mucho más fácil de lo que parece. Se dialoga y se llega a acuerdos. Hay que trasladarlo a la vida pública. Creo que al país le vendría muy bien que habláramos bien unos de los otros. Como ex presidente es lo que me he propuesto. Un clima de entendimiento. Esto siempre ayuda mucho.
viernes, 23 de diciembre de 2011
¿Por qué no hablamos más claro?
La auténtica lealtad se demuestra al disentir en un Consejo de Ministros y no desmarcándose a la carrera el mismo día en que uno se despide del Gobierno
Rafael Simancas
Tras escuchar muchas declaraciones y leer unos cuantos documentos a propósito del próximo Congreso del PSOE, entiendo que los socialistas corremos el riesgo de quedar atrapados demasiado tiempo en un bucle de frases hechas e intenciones contenidas: debatimos sobre la necesidad de debatir, y practicamos democracia mientras decidimos si somos suficientemente demócratas.
Bien, pero la sociedad española espera de nosotros algo más que un ejercicio de esgrima retórica interminable a base de palabras biensonantes y eslóganes más o menos redondos. Hay que debatir, primero las ideas, hagamos autocrítica, cambiemos de rumbo, acerquémonos a los ciudadanos, profundicemos la democracia, giremos a la izquierda… ¿Qué se quiere decir con tanto lugar común y tanta nueva-vieja idea?
Vayamos por orden. Debatir no es un objetivo, sino un instrumento. Se debate para llegar a conclusiones, y cuando se ha alcanzado una conclusión interesante sobre un asunto, se pasa al siguiente. Algunas de las “aportaciones” que se están haciendo al debate, sin embargo, llevan largo tiempo asumidas en el programa y el discurso del PSOE.
Se insiste recurrentemente en que “primero son las ideas, antes que las personas”, cuando todos sabemos que las buenas ideas necesitan de buenas personas para llevarlas a cabo. De hecho, el orden del día del 38 Congreso prevé la decisión sobre el proyecto y la elección de los equipos en el mismo acto. ¿Por qué ocultar las decisiones adoptadas sobre las personas?
Seamos honestos: el quién es importante, porque determina en buena medida el qué, el para qué y el cómo. Yo, por ejemplo, entiendo que Rubalcaba sería un buen secretario general para encabezar un proyecto de cambio inteligente en el PSOE. Y no sé por qué otros simulan su preferencia tras tanta retórica. Nadie duda de que tienen un nombre en la cabeza, igual que yo. Dígase y avancemos.
Nosotros estuvimos allí
Siete años al frente del Gobierno español no se pueden valorar a fondo en unos días.
El tiempo se encargará de dar a José Luis Rodríguez Zapatero el lugar que le corresponde en la historia de España, y en la historia del socialismo español.
Desde una perspectiva más objetiva y sosegada, alejada de intereses personales o partidistas, se valorarán las decisiones del quinto presidente del Gobierno en democracia, situándolas en las categorías de aciertos o errores, según corresponda.
Pero junto a esta valoración debería quedar constancia del inmenso apoyo que ha tenido, como presidente y secretario general del PSOE, por parte de los militantes socialistas. Un apoyo que, para muchos de nosotros, al final de este ciclo se transforma en agradecimiento.
Rodríguez Zapatero empezó su gestión como secretario general dando una lección de democracia. En un partido poco acostumbrado a las elecciones directas entre varios candidatos, Zapatero tendió la mano al que había sido su adversario e impuso un modelo de integración tan ejemplar como, por desgracia, excepcional.
A partir del 2004, ya al frente del Gobierno, defendió el programa electoral con sinceridad y valentía. Ni sus peores críticos pueden negar que lo hubiera seguido haciendo en su segunda legislatura, si no le hubiera tocado gestionar la peor crisis económica que hemos conocido desde el crac del 29. ¿Cometió errores?
Sin duda. Y con él todos los integrantes de sus equipos de gestión, tanto en el Gobierno como el partido. ¿Había otras alternativas, para dar respuesta a la crisis?
Sin duda. Algunas tan nefastas como las que hemos visto en Grecia o Italia, donde se han elegido nuevos Gobiernos al margen de la voluntad de los ciudadanos.
Zapatero se mantuvo al frente de un Gobierno legítimo y dio la cara hasta el último día de su mandato, para a continuación facilitar un traspaso ejemplar a su sucesor. Se dispone ahora a dar el relevo en la Secretaría General del PSOE, y se merece hacerlo contando con un reconocimiento de la militancia que sea, cuanto menos, proporcional a su compromiso con el partido.
Tras la derrota sufrida en las últimas elecciones, los socialistas tenemos por delante mucho trabajo que hacer. Un trabajo político que nos va a exigir inteligencia y un profundo ejercicio de autocrítica, pero también un profundo ejercicio de responsabilidad. Porque no sería decoroso que quien estuvo allí de manera evidente, y cabe decir entusiasta, aspirase ahora a sugerir lo contrario. Por eso, los abajo firmantes manifestamos que “sí estuvimos allí”. Que formamos parte de los Gobiernos que presidió José Luis Rodríguez Zapatero y estamos orgullosos de ello. Que fue para nosotros un honor participar en los avances históricos en materia de derechos, de libertades, pero también de bienestar social, que se lograron en la primera legislatura. Y que asumimos plenamente el ejercicio de responsabilidad que caracterizó la segunda. Manifestamos nuestra convicción de que gracias a las políticas impulsadas por José Luis Rodríguez Zapatero en estos últimos años, se ha mantenido la cohesión social pese a la dureza de la crisis. Algo que, desgraciadamente, no se puede decir de otros países de nuestro entorno.
Se suele decir que las victorias son hijas de mil padres y las derrotas, huérfanas. Pues bien, muchos militantes del PSOE pensamos que esta derrota es tan amplia como colectiva. A los que hemos tenido responsabilidades en los últimos años, en el Gobierno o en el partido, nos corresponde ahora ejercer la autocrítica en primera persona del singular. Y en cambio creemos que muchos de los logros de los últimos años tienen nombre y apellidos: José Luis Rodríguez Zapatero. Gracias, presidente.
MUCHO PSOE POR HACER. Contribución abierta al debate en el socialismo español
MUCHO PSOE POR HACER
Contribución abierta al debate en el socialismo español
Hemos sufrido la mayor derrota electoral desde la Transición
1. El pasado 20 de noviembre, siete millones de ciudadanos votaron al Partido Socialista. Ese mismo día, miles de militantes socialistas culminaron sus esfuerzos de campaña permaneciendo en los colegios electorales hasta que se computó el último voto. Esos millones de ciudadanos y esos miles de militantes son la base más sólida de que disponemos los socialistas para levantarnos de la mayor derrota electoral de nuestra democracia.
2. La derrota del 20 de noviembre se suma a la del 22 de mayo en las elecciones municipales y autonómicas. En ellas perdimos cientos de municipios y todas las Comunidades Autónomas en las que se celebraron. El 22 de mayo tuvimos un resultado muy adverso, puesto que perdimos 2 de cada 10 votos que habíamos obtenido en 2007.
El 20 de noviembre, la pérdida fue ya de casi 4 de cada 10 votos respecto de las generales de 2008.
3. Es verdad que la derecha ha conseguido su victoria en 2011 con menos votos de los que el PSOE recogió en las elecciones de 2008. Pero esa victoria ha supuesto una concentración de poder institucional tan grande, que unida al poder económico y mediático que ya ostenta la derecha, amenaza con convertir su hegemonía política en una hegemonía social y de valores que suponga un verdadero retroceso en los avances alcanzados por la sociedad española a lo largo de las últimas décadas.
Hay importantes logros de las últimas legislaturas que debemos reivindicar.
4. Pese a la severa derrota, los y las socialistas tenemos motivos para reivindicar lo que hemos aportado a nuestro país durante los años de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Los socialistas protagonizamos una auténtica revolución en derechos civiles: conseguimos que las mujeres avanzaran hacia la meta de la plena igualdad de derechos con los hombres; que ninguna persona fuera menos por su orientación sexual. Desvinculamos a España de la ilegal intervención en Irak y dimos paso a la erradicación definitiva del terrorismo etarra. Seríamos injustos con nuestro propio trabajo si no invocáramos los avances democráticos que hemos promovido, comenzando por la eliminación de la sumisión partidista de RTVE. Erraríamos si no
reivindicáramos la extensión de los derechos sociales para las personas dependientes, para los perceptores del salario mínimo, o el aumento del poder adquisitivo de las pensiones, en especial las más modestas.
5. No debemos renegar de nuestros logros; ni tampoco minimizar la magnitud de la derrota, ni simplificar o tergiversar sus causas. Lo único que se puede hacer con la derrota es no rendirse y rebelarse contra ella, combatiendo sus causas con inteligencia y voluntad. Por dura que sea, también ofrece una oportunidad para enderezar el rumbo.
Eso es lo que esperan cientos de miles de afiliados y simpatizantes, millones de personas que nos han votado o que se han alejado de nosotros pero no de nuestros valores. Esas personas no esperan que nos resignemos. Aguardan una respuesta sincera y una rectificación clara.
Lo importante para nuestro futuro no es quién, sino en qué y por qué nos equivocamos
6. Por eso, lo importante no es señalar quién haya podido equivocarse; esos errores, en mayor o menor medida, y por acción o por omisión, ya forman parte de nuestra trayectoria colectiva. Igual que los muchos y grandes aciertos que hemos protagonizado en el último tercio de siglo, empezando por los gobiernos de Felipe González y siguiendo por todas las Comunidades Autónomas y tantas y tantas ciudades y pueblos de toda España. Lo capital para el futuro es explicar en qué nos hemos equivocado y también por qué nos hemos equivocado. Sólo con ese ejercicio de honestidad y de transparencia podremos recuperar la credibilidad y la confianza de la mayoría.
7. Es verdad que el adverso entorno económico internacional ha erosionado el crédito de nuestras políticas entre los ciudadanos. Es verdad que son numerosos los gobiernos democráticos que sufren una fuerte pérdida de apoyo social como consecuencia de la crisis. Y también es cierto que la actuación de nuestro gobierno ha estado guiada en todo momento por la preservación del interés general y que se ha visto forzado a adoptar medidas que entrañaban un fuerte coste de popularidad. Y ha debido hacerlo además sin la menor colaboración de una derecha que ha practicado una oposición destructiva e irresponsable y que ha actuado como parásita de la crisis.
Nuestra pérdida de apoyos no se debe solamente a la crisis sino también a nuestros errores
8. Pero no podemos culpar exclusivamente a las circunstancias de nuestra pérdida de apoyos. No ha sido solo la crisis, también la gestión de la crisis ha sido causa de nuestra derrota. Otro importante factor ha sido la pérdida de credibilidad sufrida a lo largo de los últimos años.
9. A lo largo de la última legislatura, los socialistas nos hemos ido dejando parte de nuestra credibilidad en el camino. Cuando tardamos en reconocer y llamar a la situación económica con el mismo nombre que la llamaban los ciudadanos, perdimos ante ellos buena parte de nuestro crédito. Cuando aplicamos, ciertamente obligados, políticas contra la crisis ajenas a nuestra orientación ideológica y a nuestros valores, perdimos otra parte de nuestro crédito. Más aún cuando no fuimos capaces de equilibrar los esfuerzos y sacrificios que dichas políticas imponían a los sectores más débiles de nuestra sociedad con la carga fiscal que debería haberse exigido a los más poderosos. También hemos dejado una parte de nuestro crédito cuando hemos justificado la limitación de nuestras prácticas democráticas internas con el argumento de las dificultades a las que nos enfrentábamos, en lugar de ver en la amplia participación de los militantes una vía de solución a nuestros problemas. Del mismo modo, difícilmente podía ser creíble nuestra voluntad de actuar a escala europea e internacional, cuando hemos asistido al declive de la Internacional Socialista, justamente la primera organización internacional de la historia que fue creada para actuar por encima de las fronteras nacionales.
Es preciso cambiar el rumbo de algunas de nuestras políticas y la vida de nuestra organización
10. Sin duda la crisis es un factor de primer nivel a la hora de entender nuestra derrota, como también lo es la tardanza en reconocer su alcance y diagnosticar su magnitud. Pero también algunas de nuestras políticas, también los equívocos sobre nuestra orientación ideológica y también nuestra forma de organizarnos han contribuido a esa derrota. Es necesario cambiar el rumbo de parte de nuestras políticas y la vida de nuestra organización. Hace falta un nuevo
proyecto que extraiga todas las lecciones de nuestros aciertos y también de nuestros errores.
11. Debemos reconocer, por ejemplo, que para desplegar una política social y civil progresista es precisa una política económica progresista. Una política económica que potencie el trabajo y el capital intelectual como motores de desarrollo y que mantenga a raya la especulación. Debemos aprender que una política progresista de gasto requiere una política progresista de ingresos y eso exige una reforma fiscal integral que erradique las injusticias que soportan las rentas del trabajo por cuenta ajena y que incentive a los emprendedores. Los mayores enemigos de la socialdemocracia son los que minan el Estado Social: el fraude y la injusticia fiscal.
12. El diálogo es esencial para la marcha de una sociedad democrática, pero existen sectores que lo interpretan como seña de debilidad. Por eso el diálogo debe ir acompañado de energía para poner freno a los poderes no democráticos que pretenden imponer sus privilegios o su moral a toda la sociedad. Igualmente, la autonomía de la política, expresión de la voluntad popular, debe ser reafirmada frente a los grandes poderes económicos nacionales e internacionales.
13. Además de reivindicar, con fundamento, la diversidad de España como fuente de riqueza colectiva, debemos reclamar la cooperación que genera eficacia en beneficio de los ciudadanos. Nuestra visión de una España plural y unida merece ser defendida con pasión porque es la visión que comparte la inmensa mayoría de los españoles frente a las tensiones de los separatistas y los separadores.
14. En el contexto de la globalización, cualquier acción política eficaz ha de desarrollarse ya a escala europea. El sueño europeo se desdibuja ante la hegemonía de los poderes financieros y el regreso de egoísmos nacionales, en especial la prepotencia de la derecha alemana. Los ataques al modelo europeo de producción, de democracia y de cohesión social, en gran medida obra de la socialdemocracia, hacen imprescindible la creación de una verdadera fuerza socialdemócrata europea. Una fuerza con líderes europeos y un programa europeo que reivindique un gobierno
económico democrático de Europa capaz de enfrentarse a la especulación financiera, la corrupción, los paraísos fiscales y el fraude.
15. En la crisis, hemos de reforzar el compromiso que los socialistas hemos mostrado siempre con los más débiles, con los trabajadores y las mujeres, y volcar, además, toda nuestra energía en rescatar a los jóvenes de la discriminación laboral y social que sufren.
El alejamiento de la sociedad y las limitaciones en la participación interna explican buena parte de los errores.
16. La democracia se mantiene viva y arraiga cuando se amplía la participación; por eso, debe practicarse al máximo tanto en la vida interna del partido y en las instituciones. La transparencia de la acción política y la rendición de cuentas antes los representados son el oxígeno de la democracia y no hay ningún poder legítimo por encima de los ciudadanos ni en el Partido por encima de los militantes. Los ciudadanos progresistas exigen que el sistema de representación política y la vida interna de los partidos no estén trucados, que se ajusten a reglas democráticas efectivas como la proporcionalidad en la representación; la rendición de cuentas de los elegidos ante los electores; la máxima participación de los ciudadanos, etc.
17. Nuestro reto es ahora recuperar la credibilidad. Y eso no se logra con bruscos giros basados en cálculos tácticos. Tampoco con un mero cambio de caras. Lo que nos hará recuperar la credibilidad será la coherencia de nuestras ideas con nuestros actos.
Somos más creíbles cuando somos más auténticos y menos parecemos asumir las ideas de nuestros adversarios políticos. Debe guiarnos la aspiración a la mayor igualdad posible dentro de la mayor libertad posible adaptada a los nuevos retos de nuestro tiempo. Entre otros: la reducción de las desigualdades sociales en paralelo a la mejora de la competitividad de la economía; la preservación y mejora de un Estado del Bienestar sólido y eficiente que asegure a los ciudadanos contra los riesgos que surgen en un mundo globalizado (en particular a través de la sanidad y educación públicas y el sistema de pensiones); la ampliación de los apoyos de la izquierda a los emprendedores y las clases medias; la salvaguarda de un planeta habitable para las próximas generaciones; o la lucha contra las injusticias globales como la hambruna y la pobreza extrema.
18. A nuestro juicio la pérdida de credibilidad y coherencia ha sido fruto de la erosión de nuestros mecanismos democráticos y del aislamiento social progresivo de nuestro partido. Ese es el por qué de nuestros errores. Antes de que los ciudadanos se alejaran de nosotros, nosotros nos alejamos de los ciudadanos. Un partido gana en eficacia cuando gana en democracia y en participación de todos sus militantes, cuando capta mejor el pulso de los ciudadanos, cuando lo transmite con nitidez y cuando acierta a transformarlo en acción política.
19. La exclusiva concentración en las tareas institucionales y el ensimismamiento orgánico nos han llevado a perder en buena medida el pulso de la calle. Y una lealtad mal entendida ha hecho que se omitieran críticas necesarias y ha evitado que ese pulso se transmitiera hacia la dirección de nuestra organización. También eso debe cambiar.
Necesitamos la máxima participación de todos y un liderazgo democrático y colectivo que integre generaciones
20. Todo eso puede cambiar y debe cambiar. La democracia española necesita un partido socialista fuerte, y la fortaleza de nuestro partido necesita de la máxima participación de todos. Militantes o simpatizantes, jóvenes o veteranos, mujeres y hombres. La protección más efectiva contra los errores y la mejor garantía de nuestra recuperación rápida es la amplia participación regular de militantes y simpatizantes, la máxima transparencia en todos los niveles y una transformación profunda de nuestra organización que convierta al PSOE en modelo de democracia. Para ello deben incentivarse también los comportamientos éticos y responsables, así como la máxima autonomía de nuestros militantes y su estrecha conexión con la realidad social.
21. El PSOE ha perdido mucho poder institucional, pero aún así conserva una nutrida militancia dentro y fuera de nuestras fronteras en las organizaciones del exterior. También dispone de una representación considerable: parlamentarios del Congreso y del Senado, autonómicos, europeos, diputados provinciales y, sobre todo, alcaldes y alcaldesas, concejales y concejalas que siguen dando la cara por nuestras ideas y son el rostro del PSOE ante los ciudadanos. Ellos van a protagonizar buena parte de nuestra acción en esta nueva etapa y precisan del respaldo colectivo. Tras estas elecciones vamos a estar en la oposición y debemos ejercerla con la
responsabilidad.
Aspiramos a gobernar, pero anteponemos el bien común a los intereses de partido, algo que podemos enseñar a los ganadores de los comicios. Nuestra regla es trabajar siempre, en el gobierno o en la oposición, con el mismo objetivo: mejorar la vida de la gente, de inmediato. En el gobierno o en la oposición, no somos aliados de los problemas, sino de la gente que los padece.
Haremos una oposición responsable desde una defensa clara de las políticas socialdemócratas
22. Nuestra oposición será responsable, pero deberá trazar con nitidez una alternativa de gobierno socialdemócrata, progresista. Nuestro proyecto habrá de ser autónomo, pero nuestra autonomía ideológica y programática no significa aislamiento.
El PSOE debe hacer su trabajo en coalición con la sociedad, de la mano de los movimientos ciudadanos y, en especial, de los sindicatos, de CCOO y de la UniónGeneral de Trabajadores, con quien además compartimos origen e historia. Tambiénen colaboración con otras fuerzas políticas progresistas. Debemos abrir nuestraorganización a esos millones de españoles que comparten nuestros idealesprogresistas y a quienes ya se están viendo afectados por las políticas conservadoras de restricción de derechos civiles y desmantelamiento del Estado del Bienestar.
23. En nuestros 132 años de historia hemos conocido situaciones propicias y adversas, algunas también extremas. Muchos hombres y mujeres han dado lo mejor de su vida –y en ocasiones su vida misma‐ en defensa de nuestros ideales. Si el PSOE ha llegado a convertirse en la fuerza política más antigua de nuestro país ha sido gracias a que, aún en las situaciones más penosas, ha habido socialistas que jamás se han resignado, que han acertado a encarnar el futuro.
Debemos debatir con libertad y respeto, pensando en el futuro de nuestro proyecto
24. Con la convocatoria de nuestro XXXVIII Congreso se abre una nueva etapa que deberá estar marcada por el debate profundo y sereno, la revisión de nuestra organización y el restablecimiento de los lazos con la mayoría social de progreso. Este proceso de debate y transformación del socialismo español no concluye con el Congreso Federal sino que debe proseguir después con más energía y debe ser impulsado por un liderazgo democrático y colegiado resultante del Congreso y que habrá de integrar generaciones y sensibilidades.
25. A cada socialista le toca tomar posición más allá de cualquier cálculo personal, pensando solamente en el futuro de nuestra causa. Lo que se espera de cada uno de nosotros es que lo hagamos libremente, en conciencia, con respeto a todos los compañeros, defendiendo democráticamente las ideas y las propuestas que consideremos más adecuadas. Eso es lo que hacemos con este documento. Aportar ideas a un debate que de ningún modo pretendemos agotar sino, simplemente, poner en marcha; porque queda mucho socialismo por hacer, mucho PSOE por hacer.
Este documento ha sido elaborado con las contribuciones de numerosos socialistas, entre otros, y a título estrictamente personal: Francisca Baraza Martínez, Delia Blanco Terán, José Borrell Fontelles, Manuel Bustos Garrido, Federico Buyolo García, Francisco Caamaño Domínguez, Aina Calvo Sastre, Javier Carnero Sierra, Estefanía Castro Chávez, Ana Concejo Vázquez, Antonio Cosculluela Bergua, Carme Chacón Piqueras, Remedios Elías Cordón, Marco Ferrara Ferrero, Eugenia Gómez de Diego, Joaquín Hermoso
Murillo, Patricia Hernández Gutiérrez, Roberto Jiménez Alli, Juan Fernando López
Aguilar, Fernando López Gil, Carlos Martínez Mínguez, Cristina Narbona Ruiz, Rafael
Pacheco Rubio, Ximo Puig Ferrer, Javier Rojo García.
Su difusión en la web MuchoPSOEporhacer.com pretende estimular el debate.
Con la misma finalidad de incentivar el debate, algunos de sus autores difundirán en los
próximos días nuevas aportaciones específicas sobre éstos y otros temas:
1) Municipalismo y socialismo;
2) crisis europea y política socialdemócrata;
3) la organización internacional de los socialistas;
4) la relación entre partido‐sociedad;
5) mejoras en la democracia.
Todas las contribuciones estarán abiertas a la participación en esta misma web.
Contribución abierta al debate en el socialismo español
Hemos sufrido la mayor derrota electoral desde la Transición
1. El pasado 20 de noviembre, siete millones de ciudadanos votaron al Partido Socialista. Ese mismo día, miles de militantes socialistas culminaron sus esfuerzos de campaña permaneciendo en los colegios electorales hasta que se computó el último voto. Esos millones de ciudadanos y esos miles de militantes son la base más sólida de que disponemos los socialistas para levantarnos de la mayor derrota electoral de nuestra democracia.
2. La derrota del 20 de noviembre se suma a la del 22 de mayo en las elecciones municipales y autonómicas. En ellas perdimos cientos de municipios y todas las Comunidades Autónomas en las que se celebraron. El 22 de mayo tuvimos un resultado muy adverso, puesto que perdimos 2 de cada 10 votos que habíamos obtenido en 2007.
El 20 de noviembre, la pérdida fue ya de casi 4 de cada 10 votos respecto de las generales de 2008.
3. Es verdad que la derecha ha conseguido su victoria en 2011 con menos votos de los que el PSOE recogió en las elecciones de 2008. Pero esa victoria ha supuesto una concentración de poder institucional tan grande, que unida al poder económico y mediático que ya ostenta la derecha, amenaza con convertir su hegemonía política en una hegemonía social y de valores que suponga un verdadero retroceso en los avances alcanzados por la sociedad española a lo largo de las últimas décadas.
Hay importantes logros de las últimas legislaturas que debemos reivindicar.
4. Pese a la severa derrota, los y las socialistas tenemos motivos para reivindicar lo que hemos aportado a nuestro país durante los años de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Los socialistas protagonizamos una auténtica revolución en derechos civiles: conseguimos que las mujeres avanzaran hacia la meta de la plena igualdad de derechos con los hombres; que ninguna persona fuera menos por su orientación sexual. Desvinculamos a España de la ilegal intervención en Irak y dimos paso a la erradicación definitiva del terrorismo etarra. Seríamos injustos con nuestro propio trabajo si no invocáramos los avances democráticos que hemos promovido, comenzando por la eliminación de la sumisión partidista de RTVE. Erraríamos si no
reivindicáramos la extensión de los derechos sociales para las personas dependientes, para los perceptores del salario mínimo, o el aumento del poder adquisitivo de las pensiones, en especial las más modestas.
5. No debemos renegar de nuestros logros; ni tampoco minimizar la magnitud de la derrota, ni simplificar o tergiversar sus causas. Lo único que se puede hacer con la derrota es no rendirse y rebelarse contra ella, combatiendo sus causas con inteligencia y voluntad. Por dura que sea, también ofrece una oportunidad para enderezar el rumbo.
Eso es lo que esperan cientos de miles de afiliados y simpatizantes, millones de personas que nos han votado o que se han alejado de nosotros pero no de nuestros valores. Esas personas no esperan que nos resignemos. Aguardan una respuesta sincera y una rectificación clara.
Lo importante para nuestro futuro no es quién, sino en qué y por qué nos equivocamos
6. Por eso, lo importante no es señalar quién haya podido equivocarse; esos errores, en mayor o menor medida, y por acción o por omisión, ya forman parte de nuestra trayectoria colectiva. Igual que los muchos y grandes aciertos que hemos protagonizado en el último tercio de siglo, empezando por los gobiernos de Felipe González y siguiendo por todas las Comunidades Autónomas y tantas y tantas ciudades y pueblos de toda España. Lo capital para el futuro es explicar en qué nos hemos equivocado y también por qué nos hemos equivocado. Sólo con ese ejercicio de honestidad y de transparencia podremos recuperar la credibilidad y la confianza de la mayoría.
7. Es verdad que el adverso entorno económico internacional ha erosionado el crédito de nuestras políticas entre los ciudadanos. Es verdad que son numerosos los gobiernos democráticos que sufren una fuerte pérdida de apoyo social como consecuencia de la crisis. Y también es cierto que la actuación de nuestro gobierno ha estado guiada en todo momento por la preservación del interés general y que se ha visto forzado a adoptar medidas que entrañaban un fuerte coste de popularidad. Y ha debido hacerlo además sin la menor colaboración de una derecha que ha practicado una oposición destructiva e irresponsable y que ha actuado como parásita de la crisis.
Nuestra pérdida de apoyos no se debe solamente a la crisis sino también a nuestros errores
8. Pero no podemos culpar exclusivamente a las circunstancias de nuestra pérdida de apoyos. No ha sido solo la crisis, también la gestión de la crisis ha sido causa de nuestra derrota. Otro importante factor ha sido la pérdida de credibilidad sufrida a lo largo de los últimos años.
9. A lo largo de la última legislatura, los socialistas nos hemos ido dejando parte de nuestra credibilidad en el camino. Cuando tardamos en reconocer y llamar a la situación económica con el mismo nombre que la llamaban los ciudadanos, perdimos ante ellos buena parte de nuestro crédito. Cuando aplicamos, ciertamente obligados, políticas contra la crisis ajenas a nuestra orientación ideológica y a nuestros valores, perdimos otra parte de nuestro crédito. Más aún cuando no fuimos capaces de equilibrar los esfuerzos y sacrificios que dichas políticas imponían a los sectores más débiles de nuestra sociedad con la carga fiscal que debería haberse exigido a los más poderosos. También hemos dejado una parte de nuestro crédito cuando hemos justificado la limitación de nuestras prácticas democráticas internas con el argumento de las dificultades a las que nos enfrentábamos, en lugar de ver en la amplia participación de los militantes una vía de solución a nuestros problemas. Del mismo modo, difícilmente podía ser creíble nuestra voluntad de actuar a escala europea e internacional, cuando hemos asistido al declive de la Internacional Socialista, justamente la primera organización internacional de la historia que fue creada para actuar por encima de las fronteras nacionales.
Es preciso cambiar el rumbo de algunas de nuestras políticas y la vida de nuestra organización
10. Sin duda la crisis es un factor de primer nivel a la hora de entender nuestra derrota, como también lo es la tardanza en reconocer su alcance y diagnosticar su magnitud. Pero también algunas de nuestras políticas, también los equívocos sobre nuestra orientación ideológica y también nuestra forma de organizarnos han contribuido a esa derrota. Es necesario cambiar el rumbo de parte de nuestras políticas y la vida de nuestra organización. Hace falta un nuevo
proyecto que extraiga todas las lecciones de nuestros aciertos y también de nuestros errores.
11. Debemos reconocer, por ejemplo, que para desplegar una política social y civil progresista es precisa una política económica progresista. Una política económica que potencie el trabajo y el capital intelectual como motores de desarrollo y que mantenga a raya la especulación. Debemos aprender que una política progresista de gasto requiere una política progresista de ingresos y eso exige una reforma fiscal integral que erradique las injusticias que soportan las rentas del trabajo por cuenta ajena y que incentive a los emprendedores. Los mayores enemigos de la socialdemocracia son los que minan el Estado Social: el fraude y la injusticia fiscal.
12. El diálogo es esencial para la marcha de una sociedad democrática, pero existen sectores que lo interpretan como seña de debilidad. Por eso el diálogo debe ir acompañado de energía para poner freno a los poderes no democráticos que pretenden imponer sus privilegios o su moral a toda la sociedad. Igualmente, la autonomía de la política, expresión de la voluntad popular, debe ser reafirmada frente a los grandes poderes económicos nacionales e internacionales.
13. Además de reivindicar, con fundamento, la diversidad de España como fuente de riqueza colectiva, debemos reclamar la cooperación que genera eficacia en beneficio de los ciudadanos. Nuestra visión de una España plural y unida merece ser defendida con pasión porque es la visión que comparte la inmensa mayoría de los españoles frente a las tensiones de los separatistas y los separadores.
14. En el contexto de la globalización, cualquier acción política eficaz ha de desarrollarse ya a escala europea. El sueño europeo se desdibuja ante la hegemonía de los poderes financieros y el regreso de egoísmos nacionales, en especial la prepotencia de la derecha alemana. Los ataques al modelo europeo de producción, de democracia y de cohesión social, en gran medida obra de la socialdemocracia, hacen imprescindible la creación de una verdadera fuerza socialdemócrata europea. Una fuerza con líderes europeos y un programa europeo que reivindique un gobierno
económico democrático de Europa capaz de enfrentarse a la especulación financiera, la corrupción, los paraísos fiscales y el fraude.
15. En la crisis, hemos de reforzar el compromiso que los socialistas hemos mostrado siempre con los más débiles, con los trabajadores y las mujeres, y volcar, además, toda nuestra energía en rescatar a los jóvenes de la discriminación laboral y social que sufren.
El alejamiento de la sociedad y las limitaciones en la participación interna explican buena parte de los errores.
16. La democracia se mantiene viva y arraiga cuando se amplía la participación; por eso, debe practicarse al máximo tanto en la vida interna del partido y en las instituciones. La transparencia de la acción política y la rendición de cuentas antes los representados son el oxígeno de la democracia y no hay ningún poder legítimo por encima de los ciudadanos ni en el Partido por encima de los militantes. Los ciudadanos progresistas exigen que el sistema de representación política y la vida interna de los partidos no estén trucados, que se ajusten a reglas democráticas efectivas como la proporcionalidad en la representación; la rendición de cuentas de los elegidos ante los electores; la máxima participación de los ciudadanos, etc.
17. Nuestro reto es ahora recuperar la credibilidad. Y eso no se logra con bruscos giros basados en cálculos tácticos. Tampoco con un mero cambio de caras. Lo que nos hará recuperar la credibilidad será la coherencia de nuestras ideas con nuestros actos.
Somos más creíbles cuando somos más auténticos y menos parecemos asumir las ideas de nuestros adversarios políticos. Debe guiarnos la aspiración a la mayor igualdad posible dentro de la mayor libertad posible adaptada a los nuevos retos de nuestro tiempo. Entre otros: la reducción de las desigualdades sociales en paralelo a la mejora de la competitividad de la economía; la preservación y mejora de un Estado del Bienestar sólido y eficiente que asegure a los ciudadanos contra los riesgos que surgen en un mundo globalizado (en particular a través de la sanidad y educación públicas y el sistema de pensiones); la ampliación de los apoyos de la izquierda a los emprendedores y las clases medias; la salvaguarda de un planeta habitable para las próximas generaciones; o la lucha contra las injusticias globales como la hambruna y la pobreza extrema.
18. A nuestro juicio la pérdida de credibilidad y coherencia ha sido fruto de la erosión de nuestros mecanismos democráticos y del aislamiento social progresivo de nuestro partido. Ese es el por qué de nuestros errores. Antes de que los ciudadanos se alejaran de nosotros, nosotros nos alejamos de los ciudadanos. Un partido gana en eficacia cuando gana en democracia y en participación de todos sus militantes, cuando capta mejor el pulso de los ciudadanos, cuando lo transmite con nitidez y cuando acierta a transformarlo en acción política.
19. La exclusiva concentración en las tareas institucionales y el ensimismamiento orgánico nos han llevado a perder en buena medida el pulso de la calle. Y una lealtad mal entendida ha hecho que se omitieran críticas necesarias y ha evitado que ese pulso se transmitiera hacia la dirección de nuestra organización. También eso debe cambiar.
Necesitamos la máxima participación de todos y un liderazgo democrático y colectivo que integre generaciones
20. Todo eso puede cambiar y debe cambiar. La democracia española necesita un partido socialista fuerte, y la fortaleza de nuestro partido necesita de la máxima participación de todos. Militantes o simpatizantes, jóvenes o veteranos, mujeres y hombres. La protección más efectiva contra los errores y la mejor garantía de nuestra recuperación rápida es la amplia participación regular de militantes y simpatizantes, la máxima transparencia en todos los niveles y una transformación profunda de nuestra organización que convierta al PSOE en modelo de democracia. Para ello deben incentivarse también los comportamientos éticos y responsables, así como la máxima autonomía de nuestros militantes y su estrecha conexión con la realidad social.
21. El PSOE ha perdido mucho poder institucional, pero aún así conserva una nutrida militancia dentro y fuera de nuestras fronteras en las organizaciones del exterior. También dispone de una representación considerable: parlamentarios del Congreso y del Senado, autonómicos, europeos, diputados provinciales y, sobre todo, alcaldes y alcaldesas, concejales y concejalas que siguen dando la cara por nuestras ideas y son el rostro del PSOE ante los ciudadanos. Ellos van a protagonizar buena parte de nuestra acción en esta nueva etapa y precisan del respaldo colectivo. Tras estas elecciones vamos a estar en la oposición y debemos ejercerla con la
responsabilidad.
Aspiramos a gobernar, pero anteponemos el bien común a los intereses de partido, algo que podemos enseñar a los ganadores de los comicios. Nuestra regla es trabajar siempre, en el gobierno o en la oposición, con el mismo objetivo: mejorar la vida de la gente, de inmediato. En el gobierno o en la oposición, no somos aliados de los problemas, sino de la gente que los padece.
Haremos una oposición responsable desde una defensa clara de las políticas socialdemócratas
22. Nuestra oposición será responsable, pero deberá trazar con nitidez una alternativa de gobierno socialdemócrata, progresista. Nuestro proyecto habrá de ser autónomo, pero nuestra autonomía ideológica y programática no significa aislamiento.
El PSOE debe hacer su trabajo en coalición con la sociedad, de la mano de los movimientos ciudadanos y, en especial, de los sindicatos, de CCOO y de la UniónGeneral de Trabajadores, con quien además compartimos origen e historia. Tambiénen colaboración con otras fuerzas políticas progresistas. Debemos abrir nuestraorganización a esos millones de españoles que comparten nuestros idealesprogresistas y a quienes ya se están viendo afectados por las políticas conservadoras de restricción de derechos civiles y desmantelamiento del Estado del Bienestar.
23. En nuestros 132 años de historia hemos conocido situaciones propicias y adversas, algunas también extremas. Muchos hombres y mujeres han dado lo mejor de su vida –y en ocasiones su vida misma‐ en defensa de nuestros ideales. Si el PSOE ha llegado a convertirse en la fuerza política más antigua de nuestro país ha sido gracias a que, aún en las situaciones más penosas, ha habido socialistas que jamás se han resignado, que han acertado a encarnar el futuro.
Debemos debatir con libertad y respeto, pensando en el futuro de nuestro proyecto
24. Con la convocatoria de nuestro XXXVIII Congreso se abre una nueva etapa que deberá estar marcada por el debate profundo y sereno, la revisión de nuestra organización y el restablecimiento de los lazos con la mayoría social de progreso. Este proceso de debate y transformación del socialismo español no concluye con el Congreso Federal sino que debe proseguir después con más energía y debe ser impulsado por un liderazgo democrático y colegiado resultante del Congreso y que habrá de integrar generaciones y sensibilidades.
25. A cada socialista le toca tomar posición más allá de cualquier cálculo personal, pensando solamente en el futuro de nuestra causa. Lo que se espera de cada uno de nosotros es que lo hagamos libremente, en conciencia, con respeto a todos los compañeros, defendiendo democráticamente las ideas y las propuestas que consideremos más adecuadas. Eso es lo que hacemos con este documento. Aportar ideas a un debate que de ningún modo pretendemos agotar sino, simplemente, poner en marcha; porque queda mucho socialismo por hacer, mucho PSOE por hacer.
Este documento ha sido elaborado con las contribuciones de numerosos socialistas, entre otros, y a título estrictamente personal: Francisca Baraza Martínez, Delia Blanco Terán, José Borrell Fontelles, Manuel Bustos Garrido, Federico Buyolo García, Francisco Caamaño Domínguez, Aina Calvo Sastre, Javier Carnero Sierra, Estefanía Castro Chávez, Ana Concejo Vázquez, Antonio Cosculluela Bergua, Carme Chacón Piqueras, Remedios Elías Cordón, Marco Ferrara Ferrero, Eugenia Gómez de Diego, Joaquín Hermoso
Murillo, Patricia Hernández Gutiérrez, Roberto Jiménez Alli, Juan Fernando López
Aguilar, Fernando López Gil, Carlos Martínez Mínguez, Cristina Narbona Ruiz, Rafael
Pacheco Rubio, Ximo Puig Ferrer, Javier Rojo García.
Su difusión en la web MuchoPSOEporhacer.com pretende estimular el debate.
Con la misma finalidad de incentivar el debate, algunos de sus autores difundirán en los
próximos días nuevas aportaciones específicas sobre éstos y otros temas:
1) Municipalismo y socialismo;
2) crisis europea y política socialdemócrata;
3) la organización internacional de los socialistas;
4) la relación entre partido‐sociedad;
5) mejoras en la democracia.
Todas las contribuciones estarán abiertas a la participación en esta misma web.
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